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Ustedes los amonitas se sienten orgullosos
de tener un país con valles fértiles;
confían mucho en sus riquezas
y creen que nadie los atacará.
Pero yo soy el Dios de Israel;
soy el Dios todopoderoso,
y haré que las naciones vecinas
los asusten y persigan por todas partes.
Todos ustedes serán expulsados de aquí,
y nadie podrá reunir a los que huyan.
Pero después de todo esto,
yo haré que ustedes, los amonitas,
vuelvan del país adonde hayan sido llevados».

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